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Si estoy encerrada en la pequeñez de mí misma, siempre estoy a merced de mi muerte, porque la ladrona de dulzuras nos aguarda enroscada en nuestro interior. Ahora bien, si soy capaz de alzar la cabeza y salir de mí y volar un poco, entonces diría que hasta le puedo robar unas cuantas chispas a la eternidad. Eso se consigue, como hemos visto, en los estallidos de pasión amorosa ; y también cuando escribes, es decir, cuando escribes bien, cuando escribes mejor de lo que sabes escribir. Cuando bailas con las palabras. En realidad, todo es cuestión de música. [..]. Tan solo hay que aprender a dejarse llevar. A no tener miedo de perder el contacto con el suelo. Escribir es danzar y la música me ha ido llevando, como quien trenza pasos en el aire, hasta llegar a estas líneas que tecleo ahora.

— Peligro de Estar Cuerda por Rosa Montero

Por eso somos incansables cazadores de lo sublime. Por eso escribimos y pintamos y esculpimos y componemos, para robarle al sol un pellizco de su fuego. Perseguimos satoris y amores desenfrenados para que el brillo de lo extraordinario ciegue nuestros ojos y nos permita ignorar la oscuridad.

— Peligro de Estar Cuerda por Rosa Montero

[..]. Las personas etiquetadas como "normales" cometen más actos de violencia que los lunáticos. Y luego yo creo que en el miedo a la locura también está la inseguridad en la propia cordura. La realidad del mundo es una convención, es un espejismo tembloroso, es algo tan incierto que estoy convencida de que incluso las personas menos imaginativas intuyen que más allá de las paredes de su casa se agazapa un abismo.

— Peligro de Estar Cuerda por Rosa Montero

Envejecer, para el ojo vivo, es solamente ver a alguien cambiarse de tanto en tanto de disfraz, hasta quedarse con el más ridículo de todos, que es el disfraz de la decrepitud. Pero el ojo muerto de la cámara, más veraz que el ojo vivo, porque no se presta a ilusiones, sino que simplemente retrata atrayendo lo que precisa de luz sobre la placa o sobre el celuloide, sabe ver las diferencias, sabe apartar, al fijarlas, a esas distintas personas que hay en una sola persona, y que jamás se parecieron unas a otras. Este es el mejor de los misterios que la muerte deja tras de sí, y que empieza a intrigar desde el momento en que comparamos las fotografías en el álbum, después de haberlas examinando una a una: ¿cuántas personas hubo en esa persona?, ¿cuántas fueron y quiénes fueron?

— Mil y una Muertes / a Thousand and One Deaths por Sergio Ramirez

Las seducciones del poder, por más precario que este sea, no dejan de llamar a engaños que resultan luego en infortunios. Es entonces cuando se levantan delante del alma de los hombres los espejismos más desconcertantes.

— Mil y una Muertes / a Thousand and One Deaths por Sergio Ramirez