Volver
Robert Bly: Iron John (Paperback, Spanish language, 1998, GAIA) 5 estrellas

Imposible de ignorar desde el prefacio

5 estrellas

Sin llegar al compromiso total o ciego con el psicoanálisis, Robert Bly pone como elemento principal de este libro para su análisis psicológico, uno de los cuentos recopilados por los hermanos Grimm: Iron John (Juan de hierro). Cada uno de los capítulos está dedicado a un fragmento de la narración, cuya segmentación —sabiamente discriminada— representa lo que Bly encuentra como cada una de las etapas del desarrollo simbólico y psíquico del ente masculino. No tiene reparos en hacer referencias a los pilares del psicoanálisis, pero también a la antropología y arqueología. En consonancia con una imagen coherente de lo que era (¿pudo ser?) un hombre prehistórico o, al menos, premoderno, hace un análisis de las generaciones más recientes del espíritu masculino de su contexto. Aunque esta particularidad pueda parecer exclusiva o que le resta amplitud a su ensayo, pronto emergen elementos que fácilmente se reconocen como universales y, si no, sí presentes en la cultura occidental del siglo corriente.

La historia de Juan de Hierro muestra un ciclo completo desde una infancia hasta la madurez. El autor encuentra que hay partes de este ejemplo arquetípico que en nuestro mundo están interrumpidos, y la consecuencia se manifiesta en trastornos diversos: depresión, adicciones (a sustancias o a situaciones como el trabajo), falta de sentido en la vida, ausencia de iniciativa, etcétera. No considero que su hipótesis sea inexpugnable sino que, al contrario, invita e inaugura una discusión que vale su peso en oro. La reflexión de la masculinidad a la luz de los eventos tecnológicos y sociales que vivimos es por completo pertinente y yo encuentro que es necesaria también.

Por su origen y estructura, el libro de Bly se considera como una teoría mitopoiética (es decir, cuya génesis viene de la tradición oral de las narraciones, de fuerte carácter mítico) de la masculinidad (porque, obviamente, pone un énfasis en lo masculino); sin embargo, no es excluyente porque entiende que para aproximarse a su objeto de estudio necesita por necesidad a su contraparte: la feminidad. Tiende puentes entre un polo y el otro y ayuda a comprender cómo ambos interactúan y cómo una parte de cada uno vive dentro de cada persona. Su visión no es polar; por el contrario, ofrece una amplia gama de colores que conforma la compleja pintura que es la individualidad humana.